El hijo de Sierra murió por un trastorno genético conocido como Síndrome de Edwards.
Seguramente, una de las peores cosas que le pueden pasar a una mamá, es ver morir a uno de sus hijos, por ello, no es sorprendente que, ante una situación de este tipo, la mujer quede inmersa en una depresión difícil de superar. Sin embargo, las circunstancias en las que Sierra Strangfeld lo vivió la fortalecieron.
Sierra y su esposo ya eran padres de una niña perfectamente sana cuando se enteraron de que llegaría un nuevo integrante a la familia. Todo iba bien con el embarazo hasta que, en el sexto mes los médicos les informaron que su bebé, al que habían decidido llamar Samuel, era portador de una condición genética llamada trisomia 18.
El trastorno genético de Samuel, que también es conocido como Síndrome de Edwards, consiste en que el feto desarrolla una tercera copia del material del cromosoma 18, en lugar de las dos copias habituales; hasta la fecha, no existe tratamiento para esto, y el producto suele morir antes de morir, durante el parto o sólo unas horas después del alumbramiento.
Samuel nació y sus padres tuvieron la oportunidad de estar tres horas con él antes de que muriera, pero ante el dolor de la pérdida, Sierra encontró la fuerza para ayudar a otros niños que pudieran necesitar ayuda; así decidió extraerse la leche materna que su cuerpo producía a pesar de que no tenía a quien amamantar.
Luego de 63 días sacando el líquido de sus mamas, Sierra reunió y congeló 14.78 litros que donó a un banco especializado para que de ella pudiera beneficiarse otro recién nacido, pues, según contó en el programa Good Morning America, su propia hija se alimentó de leche donada durante los primeros 6 meses de vida.
La historia fue compartida en Facebook por su protagonista y consiguió tanta popularidad como nadie había imaginado, pero eso ayudó a la nueva labor que la familia emprendió: dar a conocer información sobre la trisomia 18, y mostrar a quienes tienen un bebé con esta característica, que no están solos.