12 DE OCTUBRE DEL 2016 (WdC).- El presidente ruso, Vladímir Putin, le ha declarado la Guerra Fría a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama, y ha puesto prácticamente en suspenso las relaciones entre ambas administraciones hasta que se conozca la identidad del nuevo presidente estadounidense.
Es evidente que la relación entre ambos mandatarios nunca fue cómoda, pero Putin cruzó definitivamente el Rubicón cuando anunció que Rusia abandonaba el tratado con EU de reconversión del plutonio militar, uno de los pilares del programa de desarme que tenía como objetivo acabar con la amenaza de una nueva Guerra Fría.
Atribuyendo la decisión a “la amenaza a la estabilidad estratégica que suponen las acciones hostiles de Estados Unidos respecto a Rusia, así como la incapacidad de Washington de garantizar el cumplimiento de las obligaciones derivadas del acuerdo”.
En respuesta, Washington suspendió la cooperación con Rusia en Siria, tras lo que el secretario de Estado, John Kerry, fue aún más allá al hablar de crímenes de guerra en Alepo, a lo que Moscú replicó con alusiones a Irak.
Según los expertos, ninguna de ambas decisiones es fatal, ya que EU ya no cumplía el tratado sobre el plutonio desde 2014 por su alto coste y la cooperación bilateral en Siria era papel mojado desde hace varias semanas.
La votación anoche de los dos proyectos de resolución para un alto el fuego en Siria fueron un inmejorable ejemplo de antagonismo, ya que Rusia vetó la propuesta francesa y seguidamente EU la rusa, que también proponía una tregua, pero no la suspensión de los bombardeos aéreos.
La lista de afrentas es interminable: desde los ataques contra hospitales, escuelas o convoyes de la ONU en Siria a los ciberataques rusos contra instituciones políticas norteamericanas.
Por eso, Putin ha decidido poner sobre la mesa los deberes que debe cumplir la próxima administración norteamericana con la inestimable ayuda del Congreso para normalizar las relaciones con Rusia, ya que Obama ya está de salida.
EU nunca retirará las tropas y misiles que desplegó en lo que va de siglo en los países del antiguo bloque comunista que ingresaron en la OTAN (los bálticos, Rumanía y Bulgaria), al igual que no dejará de apoyar a Ucrania y rechazar la anexión de Crimea.
Tampoco es probable que levante las sanciones económicas y, menos aún, que compense a Rusia por las pérdidas económicas sufridas, como exige Putin.
Al parecer, según los analistas, el líder ruso ya se ha hartado de intentar que EU le acepte como un igual entre las naciones democráticas y ha decidido imponer sus propias reglas de juego, que van más allá de la idea del mundo multipolar.
Con información de Listin Diario