Salieron de Torreón al amanecer del viernes 22 de septiembre, a bordo del ferrocarril. Cuando subieron a La Bestia, Mildred abrazó a su hija con toda su alma. “Yo abrazo a mi niña (en el tren), la llevo agarrando. La llevo cubierta, tapándola completa, con una sábana. El aire pega fuerte, en la cara. Nos vamos de frente al viento. Para no caernos”, dijo.
Arriba de La Bestia, el aire es despiadado. “Arde, duele la cara, duelen los huesos”, platica Mildred. Y el sol pega en la espalda. “A mi niña le pongo proyector solar. Y yo también”, contó.
Mildred Zerpa y su hija Jhanna, se acercan a la frontera de EEUU, tras 46 días de viaje, desde Caracas.
En el tren, viajan más de 500 venezolanos.
Van arriba, en los techos de los vagones, acostados, como en película de Hollywood, como Indiana Jones en el Dial del Destino, agarrados de “unos fierritos” que hay en el techo, sin soltarse, para no caerse.
Junto a ellas, van varios amigos.
Uno de ellos es Erik Pérez, un ex empleado de aseo público que decidió dejar atrás el país de Nicolás Maduro. “No había dinero suficiente. Tuvimos que salirnos”, contó. Erik Pérez se ha vuelto amigo inseparable de Mildred y Jhanna, y ahora forman un equipo. El team de Mildred, Jhana y Erik. Junto a ellos también hace el viaje Pedro Álvarez, un hombre de Caracas que se ha vuelto compañero en el trayecto.
A bordo de este tren, también viaja el perro migrante, Beethoven, cuyo amo, Jesús Rivas, no tuvo corazón para abandonarlo en Venezuela.
Los migrantes venezolanos van preparados para lo peor. Más adelante, está más feo, dicen. Arriba del tren llevan piedras y palos, por si llegan los delincuentes. Ellos han colocado un arsenal de armas improvisadas para defenderse de los maleantes que tratarán de subir al tren y asaltarlos, robarlos o secuestrarlos, según les han dicho. “A un primo lo secuestraron hace dos meses y pidieron mil dólares para soltarlo”, contó otro compañero. “Los narcos le quitaron el celular y vieron un teléfono de un familiar en EU y pidieron el rescate”.
El camino está lleno de amenazas. Pero Mildred y Jhanna recibieron una lista de recomendaciones para cuidarse, por ejemplo, no pueden bajarse de La Bestia. La indicación es que no bajen nunca del tren. Pase lo que pase, no se bajen de La Bestia. “Arriba, nos defendemos con las piedras. Pero abajo, nos pueden secuestrar o violar”, dijo Mildred.
Al llegar a Chihuahua, el tren frenó su paso.
Algo extraño está pasando. La Bestia ha frenado su ruta en medio de un territorio desértico. Ellos no lo saben, pero el comisionado del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño Yáñez, informó que los migrantes serán bajados de los trenes. “Ese es el propósito”, dijo Garduño. Bajarlos del tren.
Los policías estatales y federales llegaron a La Bestia para forzar el abandono de los trenes, la tarde de este sábado 23 de septiembre. “No nos vamos a bajar”, dijo uno de los migrantes. “Hay niños”, gritó otro. Los policías los amenazaron con sus armas. Se trata de un operativo de desalojo. Una orden directa. Una decisión tomada para frenarlos. “Se tienen que bajar”, gritaron los policías.
A unos kilómetros de EU, hay zozobra y temor arriba de La Bestia. El equipo Mildred-Jhanna, escribió un mensaje corto a La Silla Rota: “Necesitamos ayuda”.