La Universidad Nacional Autónoma de México necesita orden y ruptura. En esa medida, aparecen grupos de estudiantes inconformes que forman movimientos de inconformidad. Así lo muestra la historia de la UNAM durante el siglo 20 y lo que va del actual y eso forma parte de su vida.
“La Universidad ha vivido montada sobre una contradicción básica. Hay que tenerla presente, necesita orden para la transmisión del conocimiento, pero a la vez necesita ruptura del orden para renovar el conocimiento. Así ha sido siempre, esa es una contradicción que se manifiesta una y otra vez. Es una forma de vida de la universidad”, planteó el periodista y autor del libro La Universidad de México, 1551-2001, Humberto Musacchio.
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Pero los jóvenes que desde hace tres años toman facultades y escuelas superiores encapuchados, son cobardes y quizá estén siendo usados por algún interés exterior a la universidad, expresa sin concesiones el investigador y quien era estudiante durante el movimiento del 68.
“De ninguna manera aplaudo la agresividad de los enmascarados, que sospecho están manejados desde fuera de la UNAM. No me parece porque nosotros sí dábamos la cara. Nos teníamos que enfrentar a los porros y fuera de las escuelas darles la cara a los policías y a los que nos detenían y nos golpeaban. Estos son cobardes, no sé quién los maneja”, dice, en entrevista con La Silla Rota.
“Le hacen un daño enorme a la universidad y sobre todo a las causas que dicen defender. Hay muchos grupos feministas que dicen no querer saber nada de las y los enmascarados. El feminismo ha avanzado mucho y es saludable que así sea”, asegura el también columnista.
En el libro, Musacchio recuerda que la Universidad nació en la Nueva España como Real y Pontificia Universidad, que en el siglo 19 hubo un tiempo que no hubo, que en el 20 se convirtió en nacional y que es José Vasconcelos quien, con su trabajo titánico como rector, le dio impulso.
Pero también hubo periodos en los que la UNAM fue refugio de la derecha mexicana. No es casualidad que el fundador del PAN, Manuel Gómez Morín haya sido su rector; además fue durante un breve lapso privada, después volvió a ser publica y luego llegó el 68.
DESDE LA NUEVA ESPAÑA
Fue en 1551 cuando la Corona Española emitió la cédula de la Real y Pontificia Universidad de México. Posteriormente, hay un periodo en que no existe universidad, entre 1867 y 1910. La actual, la nacional la creó Justo Sierra en 1910 pero la inaugura dos o tres meses antes de que estalle la Revolución Mexicana.
“Es una universidad que la consideraban para privilegiados, para las clases altas y la trataron muy mal. Entre 1910 y 1920 la pasó con reducidísimos maestros que daban clases por vocación, pero en varias esferas no cobraban y si lo hacían era con miserias”, añade el investigador.
La universidad sobrevivió y en 1920 llegó a la Rectoría José Vasconcelos. En su discurso de aceptación es verdaderamente pesimista. El intelectual se refería a la universidad de manera despectiva, pero a partir de ahí comenzó a levantarla con ideas, trabajo, energía, autoridad e integra a los estudiantes a tareas de alfabetización e incluso lleva a mujeres, lo cual era inusual.
“Pone orden, le da sentido, futuro, incluso el escudo, el lema que aún tenemos, es un gran rector”, reconoce Musacchio.
LA DERECHA EN LA UNAM
Los revolucionarios y los políticos que venían de la Revolución veían con recelo a la universidad y no la querían mucho, y aunque con Vasconcelos las cosas cambiaron un poco, con el amparo de Álvaro Obregón, posteriormente la empezaron a ver de nuevo de manera restrictiva.
“Un factor que pesaba es que la universidad era para la alta sociedad e inclinada hacia la derecha. Los profesores eran los mismos, los estudiantes de buenas familias, aunque había también de proletarias, tan era así que Vasconcelos creó comedores para esos muchachos”, describe el autor.
En los años treinta la universidad fue encabezada por rectores derechistas, uno de ellos Gómez Morín, quien incluso entró en conflicto con eminencias como el doctor Ignacio Chávez que había sido director de la Facultad de Medicina y era profesor, refiere Musacchio.
“Él consiguió cerca de medio millón de pesos de aquellos que era muy difícil, de donaciones de particulares para dotar de equipos a la facultad. Gómez Morín lo trata muy mal y él y otros funcionarios se fueron porque los hostilizaba esa derecha, muy poderosa entonces. No hay que olvidar que en Europa estaban en auge movimientos fascistas, sobre todo el italiano y el nazismo alemán y aquí tenían simpatizantes. La universidad llegó a ser controlada por ellos en los 40”.
LA AUTONOMÍA
La autonomía de la UNAM se llegó a conseguir de las luchas de los estudiantes, pero Musacchio pide no olvidar que en 1929 se produjo la campaña de Vasconcelos por la presidencia de la república. Entonces se juntaron estos movimientos por la autonomía y el vasconcelista y lo que hizo el presidente Emilio Portes Gil para quitarse el problema fue darle autonomía, limitada, pero autonomía, a fin de cuentas, porque el presidente podía vetar lo que ocurriera adentro, pero lo hizo para dejar el paquete a los propios universitarios.
“Luego llegó un presidente, Abelardo López Rodríguez, que emitió una ley orgánica que convirtió a la universidad, un organismo público, en una entidad privada, por ley, además. Es un fenómeno poco conocido. Se cobraban colegiaturas y Gómez Morín fue rector cuando fue privada. Por supuesto él nunca cobró su sueldo de rector, hubo maestros que cobraron menos porque había que sostener a la universidad contra lo que fuera».
“En este caso fue la derecha la que se encargó de esa lucha por sostener por la universidad, pero lo hizo también apoyado por grupos de porros, que en aquel tiempo eran muchachos manejados por grupos religiosos, muy derechistas, abiertamente fascistas algunos de ellos y hostilizaban a todo lo que olía a izquierda porque para ellos el gobierno era comunista”.
Rodulfo Brito Foucher fue otro rector, aún más derechista que Gómez Morín. “Era realmente facho”, califica Musacchio. Su tesis de licenciatura fue para demostrar que los indígenas eran seres con menos inteligencia.
“Era un racista. Pero crea tantos conflictos dentro de la universidad que acaba saliendo de mala manera. Hay muchos conflictos por la sucesión de Rectoría en los años 40 hasta que finalmente Manuel Ávila Camacho llama a los exrectores, para que mediaran el conflicto. El Consejo universitario elabora una nueva Ley Orgánica. Alfonso Caso era rector, se aprueba y es la actual. Volvió a ser publica con la ley orgánica actual”.
EL MOVIMIENTO DE LOS CAMIONES
-¿La construcción de la Ciudad Universitaria en los 50 viene a ser un suceso?
-Claro, era una Ciudad Universitaria construida para 10 mil estudiantes, pero antes de la inauguración ya había muchos más en la universidad. Es una joya arquitectónica, es un orgullo de quienes estudiamos ahí, sobrevive y sigue presente en la vida nacional.
-Luego viene el 68.
-Hubo movimientos entre la aprobación de la ley orgánica y el 68. Uno es lo que llaman el movimiento de los camiones. Hubo un alza en la tarifa de los camiones universitarios. Hay que recordar que la Ciudad Universitaria se inauguró a principios de los 50, quedaba muy lejos del centro, todo el mundo la veía como si fuera otra población. No había Metro y el alza de la tarifa sí lesionaba la economía de muchos estudiantes. No solo de ellos sino de gran parte de la sociedad.
“Entonces los estudiantes empiezan a secuestrar camiones y los guardan en CU, porque se ha entendido siempre que la autonomía no es solo para el manejo académico y administrativo, sino también se entiende, porque no está en la ley, como extraterritorialidad y es que hay una razón que se remite la colonia.
“Por eso los muchachos guardaban los camiones en CU y finalmente el asunto se resolvió con muchos tironeos en la dirección estudiantil con el gobierno. Ese es un movimiento muy importante por su proyección a la sociedad”, continúa.
BARROS SIERRA ERA GRANDIOSO
Hubo también movimientos de apoyo a diferentes movilizaciones y en 1966 hubo uno por la reforma universitaria. Los estudiantes estaban inconformes con el orden prevaleciente que había en la universidad. Eso generó el movimiento, pero curiosamente quienes lo incentivaron fueron grupos priístas de la Facultad de Derecho que buscaban derrocar al rector Ignacio Chávez, dice.
“El gobierno lo veía como a un comunista, cosa que no era cierta. La derecha universitaria no le perdonaba lo ocurrido en los años 30, cuando se retiró y denunció a los fascistas que había en la universidad; se la cobraron en el 66. Fue un ensayo para el 68, porque formamos un consejo estudiantil representantes de todas las escuelas, fue una buena pelea. Yo era preparatoriano y ganamos el derecho al pase automático».
“Este no es ningún regalo, nuestro argumento principal es que la universidad ya nos había dado calificaciones aprobatorias en la Escuela Nacional Preparatoria, y teníamos todo el derecho de ingresar al próximo nivel”, añade.
Sin embargo, Ignacio Chávez llevó el rigor académico más allá de donde aconsejaba la prudencia e implantó los exámenes de admisión.
La negociación ya se hizo con Javier Barros Sierra, sucesor de Chávez. En la comisión de estudiantes estaba el propio Musacchio.
“Él era grandioso, los planes y programas de estudios que existen en la UNAM en buena medida son de la reforma que el encabezó. Se formaron comisiones mixtas en muchas escuelas, en la entonces Escuela nacional de Economía, ya existía una comisión mixta desde que entro Ifigenia Martínez como directora”.
Como la comisión de profesores y estudiantes rindió frutos, el rector lo vio con simpatía y promovió la creación de comisiones en todas las escuelas y así llegó el movimiento del 68.
“Estábamos muy entrenados en las movilizaciones”, recuerda Musacchio.
-¿Qué representó para la UNAM el 68?
-Es un movimiento de gran parte de la educación superior del país, en la UNAM teníamos un gran rector, pero el director del Politécnico de ninguna manera aprobó la movilización de los estudiantes, se incorporaron muchas escuelas privadas, la Iberoamericana era muy importante.
Una característica del 68 fue la participación masiva de mujeres, miles y miles de estudiantes que iban a hacer mítines relámpagos, a botear y a volantear, incorporadas al movimiento, lo que le dio un cambio de calidad al movimiento y al trato entre hombres y mujeres, resalta el autor.
Ese movimiento acabó con la hegemonía que el PRI tenía en la UNAM, que a su vez había acabado por reducir la presencia de la derecha panista. Luego se produjo la movilización del 86 en contra de las cuotas.
“Curiosamente, la Constitución dice que la educación que imparta el Estado será gratuita, pero hay rectores empeñados en cobrar cuotas, es anticonstitucional”, señala.
En ese movimiento había estudiantes notables, como Claudia Sheinbaum, ahora jefa de Gobierno, y varios más que tuvieron un papel destacado y han ocupado cargos públicos.
“Era una dirección inteligente, capaz y ganaron”.
En 1999 el rector Francisco Barnés de Castro quiso volver a subir las cuotas y acabo yéndose a su casa. “Lo que me parece muy bien”.
Recuerda que universidad proviene de Universitas, entendida no solo en sentido gremial sino como universalidad del conocimiento, donde es lógico que existan estudiantes, profesores y directivas con una visión política, militantes de partidos o de ninguno.
“Luego se contrastan y es necesario que así sea, sino el conocimiento no avanza. La Real y Pontificia desapareció porque fue incapaz de renovarse. En el siglo 19, tres después de que nació se usaban los mismos libros de texto del primer día, eso no ocurre en la UNAM”.
-¿Cuál es el principal reto?
-Ponerse a la altura del conocimiento científico actualizado, si no lo hace esa universidad va a desaparecer, tener las suficientes fuerzas, energías e ideas en la universidad para que se logre esa transformación y este al día, se tardarán a veces, pero van a actualizarla, concluye.