CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Las autoridades primero, el pueblo después. Así es el orden para honrar los restos del cantautor Juan Gabriel en el Palacio de Bellas Artes.
La gente de corbata y vestido largo adentro, la gente en manga de camisas y niños en hombros afuera. Las personas con invitación y silla asignada en el interior de Bellas Artes, las personas sin invitación y de pie en la Alameda Central.
Las autoridades que sólo acompañaron a Juan Gabriel en eventos públicos hoy lo acaparan, al menos sus cenizas; mientras la gente que compró sus discos y pagó por boletos para los concierto del “Divo de Juárez” tienen que esperar a que un pequeño grupo de funcionarios terminen el homenaje, posen para la fotografía y cedan el espacio para que ellos compartan unos minutos con el ídolo.
“Me formé desde las 7 de la mañana para ver a Juan Gabriel, pero tengo que esperar más de 10 horas sólo para estar con él unos segundos, no es justo, Juan Gabriel es del pueblo, no de las autoridades, el homenaje tenía que ser público, no privado”, expone Cristiana, quien se aferra a una valla para no perder su privilegiado lugar.
El gobierno capitalino instaló 12 pantallas para que los seguidores de Juan Gabriel sigan el homenaje desde la Alameda Central, pero el tributo es a medias porque no suenan las canciones de Juan Gabriel antes de la llegada de la urna funeraria con los restos, la música es de Soda Stereo y en las pantallas no hay imágenes o recuentos fotográficos del homenajeado, sino portadas de los discos de Iron Maiden.
Al descuido de la autoridad o la falta de programa especial dedicado a Juan Gabriel, por iniciativa propia canta sus canciones.
“No tengo dinero, ni nada que dar…” suelta en voz alta Daniela, otras gargantas con otros colores se suman a la interpretación para que no haya solista sino un coro.
Adentro del recinto de mármol flores, luces y pantallas de LED pagado con recursos públicos para el homenaje oficial; mientras que en la Alameda Central pedazos de tela con estampados de Juan Gabriel y fotografías de a 10 pesos también pagados con recursos de la propia gente, de corazón, a bolsillo abierto.
En la Alameda Central se juntan las generaciones para agradecer los momentos de felicidad y recuerdos provocados por las canciones de Juan Gabriel, comparten espacio Lucy de 24 años y Don Jorge de 72 años, ambos unidos por las sensaciones en el pecho que provoca “Amor Eterno”.
La gente se prepara para resistir una jornada larga en la Alameda Central, algunos con sándwich preparados en casa, o con las botellas de agua a 15 pesos ofrecida por comerciantes.
Si llega el cansancio del sólo hay una opción, el suelo; si llega la lluvia, sólo hay una combinación paciencia y un impermeable de plástico.
Juan Gabriel es capaz de unir a gente muy distinta entorno a él, pero hay gente que sigue haciendo distinciones entorno a él.
La fórmula ideal es pueblo y autoridades unidas, pero hoy son dos homenajes: el popular y el oficial.
lrc