Las señales
Por Nidia Sánchez
La vida en rosa
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TIJUANA BC 8 DE MARZO DE 2021.- Cuarenta años de sentencia recibió el abogado Faure, por el feminicidio de Laura. Hace siete años en el Día Internacional de la Mujer ocurrieron los hechos que cimbraron a sus familiares y amigos en ambos lados, luego de que el cuerpo de la psicóloga fue hallado en un departamento de la Reserva Territorial, de Xalapa, Veracruz.
Los restos de Laura yacen en el panteón local de El Chico, en el municipio de Emiliano Zapata, Veracruz, y sin embargo, ella está viva para nosotros como hace siete años, expresó su hermana Alejandra, quien la representó durante todo el largo proceso en el que Faure por no tener antecedentes penales, le fijaron la pena mínima a pesar de toda la violencia.
La sentencia fue dictada por el juez Marco Antonio Lobato el 13 de diciembre del año pasado y el cierre se registró el 18 de diciembre.
Dos menores de edad desde el momento de los hechos se quedaron sin el cobijo materno, y sin su padre, que está preso en el penal de Pacho Viejo, donde recibe sus visitas.
Ahora ellos tienen 13 y 17 años de edad, viven con la abuela paterna.
Con los años, la familia de Laura ha repasado mentalmente las charlas, los encuentros, y ella siempre se veía feliz, le gustaba cantar y bailar, siempre fue así, además se esmeraba en su arreglo personal y cuidaba su salud, era rigurosa con la alimentación.
Entre los gratos recuerdos, Alejandra, su hermana, menciona que mientras se reunía la familia y colocaban platillos en la mesa, ella preguntaba ¿qué es eso?, a lo que respondían, -comida, y ella agregaba, -es grasa, de inmediato todos reían.
Esta es la forma en que la sienten y la siguen teniendo presente.
Alejandra, quien radicaba en Xalapa, se estableció hace dos años en el puerto de Veracruz, se alejó un poco para estar cerca del mar y respirar otro ambiente, uno que no fuera tan sofocante e hiriente.
En alguna ocasión Laura mencionó “si algún día me pasa algo, quiero que mis hijos se queden a vivir con mi suegra”. En ese momento nadie pensó que esa frase pudiera tener un significado oculto, acaso un grito de auxilio velado.
Aquello sonó como un comentario casual en una charla que lleva un ritmo en el que se habla de temas diversos, y era una señal, que ahora logran ver con los años.
Y es precisamente que mientras la vida familiar de Laura parecía feliz y equilibrada, en otra ocasión, al paso de los años y como un comentario que se pierde entre tanto que hablar, confesó que Faure la había golpeado, por eso había tenido los moretones que le habían visto, fue una pelea que después resolvieron con terapias de pareja, aseguró ella, y que además, le había regalado flores. Insistió en destacar que en ese momento ya todo estaba bien entre ellos.
El calvario no ha terminado para la familia de Laura, pues mientras Faure tiene una sentencia, recientemente la familia de la víctima fue informada que éste presentó un recurso sobre el caso, por lo que deben nombrar un abogado para dar seguimiento.
Entre los recuerdos de los días más oscuros, quedan que a las 5:00 de la madrugada de aquel 10 de marzo, la fiscal del caso les llamó y sugirió ir por los dos niños para que ellos se hicieran cargo de la tutela (la familia de Laura).
Alejandra, sus hermanos y su madre se hallaban devastados, no podían ni con ellos mismos, desorbitados entre tanto dolor.
El cuerpo de Laura se los entregaron en el Servicio Médico Forense de Xalapa, el 11 de marzo a las 23:00 horas. Dolor, tortura, insomnio, estaban colapsados.
Tras el schok de los primeros días, pensaron en pedir la custodia legal de los niños, se dieron cuenta que era sumamente complicado llevar dos procesos legales, y sobre todo, como lo dice la ley, el bien del menor siempre está en primer lugar.
Fue así que la familia de Laura decidió que a los niños les cambiara lo menos posible la vida, quedándose en casa con su abuela y tía paterna, pues lo que había ocurrido era demasiado violento.
Con los años la reflexión es que se dieron cuenta de que Laura dependía mucho de su familia –de la de Faure-, “era una felicidad exagerada, nadie puede ser tan feliz siempre, nos dimos cuenta muy tarde, su vida era perfecta ante los demás”.
Hay un antecedente extraño de un accidente automovilístico un día que iban a comprar los regalos del Día de Reyes para sus hijos, pero en lugar de ir directo a la plaza comercial, él se desvió a la avenida Murillo Vidal para ver cómo habían quedado las mejoras en esta vía.
Había gravilla suelta y mientras Laura –según contó a su familia- se agachó para recoger algo mientras circulaban, Faure perdió el control del volante y el golpe contra un poste fue de lleno del lado de Laura, se registró una volcadura.
Recuerda que él resultó ileso y les llamó para decir que fueran por su hermana, debido a que el vehículo había sido pérdida total y necesitaba hacerse cargo de los trámites.
Laura por fortuna no tenía fracturas y solo necesitó un collarín. Las preguntas surgen a través del tiempo y quedan en el aire sin respuesta.
Sobre sus sobrinos, su tía (Alejandra) refiere que están bien cuidados. Los sacan a la puerta de la casa cuando quieren convivir con ellos y nunca se los han negado. La convivencia siempre ha sido abierta.
Entre las cosas que Alejandra descubrió a través de este proceso penal, es que Faure deseaba ser padre y madre a la vez, sin que existiera la figura materna. Quería ser el único en la crianza de los niños, quienes siguen recibiendo atención psicológica para su desarrollo emocional y que soporten la verdad.
En el caso de Alejandra, expresa que a sus sobrinos los visita poco, porque sigue siendo una herida que no termina de sanar, mientras que su hermano que vive fuera de la ciudad, mantiene comunicación con ellos semanalmente y cuando visita Xalapa se da todo el tiempo para convivir. Él y Laura eran muy unidos como hermanos.
De los días más terribles que Alejandra ha tenido que enfrentar durante el proceso, está la larga audiencia en que se desahogaron las pruebas en presencia de quienes hicieron la necrocirugía y por razones de procedimiento se debía decir una a una de todas las lesiones infringidas a Laura. La revictimización fue casi insoportable.
La voz de Alejandra se alza para pedir que las personas encargadas de legislar deben garantizar que los procesos sean más limpios, cuidados y más rápidos para evitar en la medida de lo posible la revictimización.
Quedan tres hermanos y su madre, cada uno ha sufrido a su manera la abrupta partida de Laura, su hermano es el que más recuerdos tiene con ella, eran tan unidos de niños.
Josefina acompañó en varias ocasiones a su hermana Alejandra a las audiencias.
Se quedan con su esencia, Laura podía amanecer bailando; su papá le decía “Negrita cucurumbé”, era capaz de hacer una batucada ella sola. Ahora también les pesa la muerte de su padre, cuyos restos yacen en el mismo panteón, donde están pero no están.
A Laura le gustaba vestir alegre, de colores, su frase era “hay que verse bien para disfrutar la vida”.
“Si visibilizamos éste como otros casos y educamos, quizá algún día deje de haber Lauras”.
La familia y los buenos amigos los han sostenido fraternalmente para soportar la vida. Para ellos Laura es una causa, un motivo de lucha.
En el Día Internacional de la Mujer es necesario estar atentos a las señales de auxilio de las mujeres y niñas violentadas que viven en el silencio obligado por temor a ser un número más en las planchas del Servicio Médico Forense.
Tiene 20 años de experiencia periodística, 18 de éstos en la Organización Editorial Mexicana, y actualmente es periodista independiente; ha trabajado en varios medios del centro de la república.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.