10 DE OCTUBRE DEL 2016 (WdC).- Creado en el 2000, el cártel de Los Zetas integrado en su mayoría por soldados desertores del Ejército, se convirtió en una de las organizaciones delictivas más violentas en México.
La máquina de muerte de Los Zetas alcanzó su cúspide con dos episodios trágicos, uno el asesinato de 72 migrantes en Tamaulipas en 2010 y la desaparición de un número incierto de personas (se llega a hablar de 300) en 2011 en Coahuila.
Bajo la dirección del politólogo Sergio Aguayo y con el auspicio de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, el Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México ha llevado a cabo una investigación que presenta ahora con el título ‘En el Desemparo’, investigación sobre las víctimas de San Fernando, Tamaulipas, y la desaparición de personas en Allende, Coahuila
El investigador expuso que dicho informe deja al descubierto, en primer lugar que estamos sin protección porque el crimen organizado puede hacer con nosotros lo que puede sin que tengamos protección del Estado.
En segundo lugar quedó expuesta la debilidad de los municipios, controlados con enorme facilidad por el crimen organizado, destacando que «as policías municipales estaban al servicio de los criminales, de los Zetas y apuntó la falta de una estrategia adecuada de parte de la autoridad federal.
En tercer lugar, señaló Aguayo, hay funcionarios y dependencias gubernamentales que al darse cuenta de la crisis humanitaria, están dispuestas a abrir sus expedientes para que investigaciones independientes, como la que conduje desde el Colegio de México, puedan realizarse.
En el caso de San Fernando en agosto de 2010 y de acuerdo con uno de los dos supervivientes de la masacre: ‘Nos amarraron las manos, nos vendaron los ojos y después nos fueron acomodando formando una U. Primero las mujeres, entre las que se encontraba una embarazada. Nos dijeron que nos calláramos, que no gritáramos, porque nos iban a matar’.
En aquel tiempo, dice el estudio, San Fernando era un campo de exterminio. A estos 72 migrantes, que pasaban por allí en ruta al sueño americano, les tocó la peor pesadilla.
En ese tiempo Los Zetas y el cártel del Golfo se encontraban en guerra abierta por el control de Tamaulipas y la estrategia zeta de aniquilación de todo lo que oliera al enemigo estaba en su punto más desquiciado. En medio de rumores de que los del Golfo estaban reclutando migrantes para luchar contra ellos, Los Zetas, interceptaron a estos 72 migrantes, los recluyeron en un rancho y les ofrecieron pasar a integrar sus filas. Tres dijeron que sí, según dijo el superviviente. No se sabe si esos tres siguieron con vida como sicarios de Los Zetas o si fueron parte de los 72 asesinados.
A continuación fue la carnicería. El Alacrán, El Chamaco y El Sanidad los mataron con tiro de gracia calibre nueve milímetros, confesó luego un mando del cártel de los soldados forajidos.
El caso de Allende en Coahuila en marzo de 2011, es igual de indignante, la interrogante más oscura de los años de mayor psicopatía zeta. Testimonios nunca confirmados han llegado a hablar de 300 desaparecidos. El estudio precisa que oficialmente la cifra se queda en 42 desaparecidos en un periodo de 14 meses, 26 de ellos en un fin de semana enloquecido, del viernes 18 al domingo 20 de marzo, en el que un escuadrón de la muerte de Los Zetas sitió el pueblo de Allende por orden de los inclementes hermanos Treviño, generales del cártel, hacer pagar con el asesinato de familiares, amigos y colaboradores a tres zetas que supuestamente los habían traicionado delatándolos a la DEA y robándoles entre cinco y diez millones de dólares. En la más pura tradición de la tierra arrasada, mataron personas, quemaron sus cuerpos en gasolina, demolieron casas con retroexcavadoras. Y mientras tanto, los policías municipales de Allende, al servicio de la gran masacre de los Treviño, ‘nomás se quedaron mirando’.
Los tres perseguidos se encuentran en Estados Unidos, al menos dos como testigos protegidos. El informe critica la opacidad de Estados Unidos ante las peticiones de información sobre ellos.
En 2010 y 2011, Los Zetas tenían a su servicio a los 38 policías de San Fernando y a los 20 de Allende, asegura el informe. Sin embargo, los agentes se involucraron de diferente manera con los criminales. Algunos se hicieron entusiastas cómplices; otros pusieron distancia sin confrontar ni combatir a los delincuentes. En el estudio se explica la facilidad de comprar policías en México. Se precisa que por entonces en aquella región un agente cobraba no menos de 300 dólares al mes.
Hoy el cártel de Los Zetas ha perdido unidad. Sus líderes históricos están fuera de juego. Heriberto Lazcano, El Verdugo, muerto aunque su cadáver se lo llevó de un hospital inexplicablemente un comando Zeta. Miguel Ángel Treviño, el Z-40, encarcelado. La organización se ha fragmentado de un modo que permanece confuso, sin demasiada claridad sobre la morfología actual del cártel.
Pero su violencia sigue muy viva en los estado de Veracruz y Tamaulipas.
Con información de Radio Fórmula y El País