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sábado, diciembre 21, 2024

La Biblia y la ley no son lo mismo

POR: MARÍA TERESA PRIEGO

Ideología:

  1. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.
  2. f. Fil. Doctrina que, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo por objeto el estudio de las ideas.
    Diccionario de la Real Academia Española.

Ropas y globos blancos, personas de todas las edades, miles de banderitas con el logo del Frente Nacional por la Familia (“Movimiento cívico permanente que busca influir en la agenda pública”). En El Ángel de la Independencia un orador anima a los contingentes que comienzan a llegar (con música de “A la víbora de la mar”): “A las calles de la ciudad, por aquí voy a marchar, los de adelante son mis hijos, los de atrás son sus papás, pas, pas. Una ideología nos quieren imponer, no estamos de acuerdo lo tienen que saber”. Pareciera que la palabra “ideología” es en sí misma muy maligna. Pareciera que el discurso religioso no es – también- una “ideología”.

Varias personas me explican más o menos lo mismo: una ideología es cuando te imponen hacer algo y te acarrean para participar, o cuando te manipulan y puedes ir a la cárcel si no aceptas la manipulación. “Nosotros no somos acarreados”. No creo que lo sean. Vienen a defender el matrimonio entre un hombre y una mujer de la “amenaza” que lo acecha: el matrimonio civil igualitario. “Igualitario” no significa que un matrimonio entre dos hombres, o dos mujeres sea idéntico al de un hombre y una mujer, sino que heterosexuales y homosexuales tienen iguales derechos ante la ley.

Tampoco los matrimonios entre heterosexuales son idénticos entre sí, cabemos todos, en la diversidad que protege/debería proteger el Estado laico. Hasta ahora nadie se ha manifestado por retirar a los heterosexuales el derecho a casarse por lo civil. Tampoco nadie se opone a que las personas religiosas contraigan matrimonios en sus iglesias y en sus templos, de allí que resulte complejo entender en qué consiste la “amenaza”.

El siguiente cartel de invitación a las marchas, me pareció un verdadero harakiri. ¿La niña está embarazada y su madre y su padre no se enteran? ¿No se dan cuenta? ¿Por qué sólo lo sabrá la Secretaría de Salud? ¿Nunca miran a su hija? ¿Nunca hablan con ella’? ¿Qué tendría que ver el matrimonio igualitario con que se embarace una niña? Los mensajes son muy confusos, es lo menos que podría decirse. En todo caso parecieran manifestar que en las uniones “naturales”, los padres no siempre están pendientes de sus hijas. ¿O qué querrá decir?

Una gigantesca pantalla colocada en Reforma refleja el buen ánimo de los marchistas. Es una marcha alegre y pacífica. Es muy probable que la mayoría de los participantes estén por primera vez en sus vidas experimentando la experiencia de tomar las calles por lo que consideran sus causas. Repiten que “es su derecho”, nadie lo cuestiona. Es más, creo que quienes estábamos allí como observadores y no coincidimos con ellos, defenderíamos – sin esperar un segundo- su derecho a marchar ante el más mínimo atisbo de represión o violencia. “Vivir mi vida”, de Marc Anthony a todo lo que da. “No somos uno, no somos cien, señor presidente, cuéntenos bien”. Regresan consignas de la izquierda re-trabajadas: “La familia unida, jamás será vencida”, “Se ve, se siente, la familia está presente”. “Se ve, se siente, la familia se defiende”.

En la banqueta, unos jóvenes sostienen una manta que dice: “Somos sus hijas/os”, debajo la bandera del arcoíris. Otros muchachos más o menos de su edad que van marchando corean en dirección a ellos: “¡Eeeeeeeh, familia!”. Mi vecino de banqueta con su bandera del Frente se ríe a carcajadas y me explica que están retomando el “¡Eeeeehhhhh, puto”, de los partidos de futbol. Qué divertido, sí. Pero cierto que nadie más hasta donde escuché utilizó los términos denigrantes tan propios a la homofobia. Los organizadores tomaron buen cuidado de hacer saber que las marchas “no son homófobas”, lo que produjo cantidad de pancartas aclaratorias: “No somos homofóbicos, los respetamos, pero pedimos respeto a la familia tradicional”. No puede una más que coincidir: respeto y derechos para todas las familias, incluida por supuesto: “la familia tradicional”.

En algunas pancartas el tono sube: “Rechazar matrimonio gay no es discriminar, es defender la vida”, “Rechazar matrimonio gay no es discriminar, es defender la salud mental, moral, sexual, familiar y social”. Acá es donde una comienza a inquietarse. Muchísimo. ¿Contra qué defienden “la salud mental, moral, sexual, familiar y social”? Y esas pancartas: ¿no son homófobas? ¿Qué significa ser homófobo? ¿Gritar joto o puto por las calles? ¿Pedir redadas en los centros de reunión gay? ¿Aplaudir ante los crímenes de odio? La homofobia, como toda forma de discriminación tiene sus decibeles. Distintas intensidades en la manifestación de su crueldad. ¿Los daños a la “salud mental” son un problema de las personas homosexuales? ¿Y por qué las cárceles y los psiquiátricos están llenos de las/os hijos de heterosexuales?

Le pregunto a una señora que aplaude cuando lee esta manta: “¿Cuál es la relación entre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la muerte?” “Los homosexuales no se pueden reproducir”. “¿Cuál es la relación entre no reproducirse y la muerte? ¿Una pareja heterosexual que no elige reproducirse, también es igual a muerte?” “Si el matrimonio no es entre un hombre y una mujer con el tiempo la humanidad se acaba, no se ve ahora el daño, pero se acaba”. Es muy extraño. ¿Los heterosexuales estamos en vías de desaparición? ¿Somos todos susceptibles de cambiar nuestra orientación de golpe y detener la “perpetuación de la especie”? Pero, ¿cómo el temible “lobby gay” obtendría un logro de semejantes dimensiones y por qué le interesaría tamaño absurdo? Y todo por elegir casarse por lo civil entre ellos, caray. Todo porque desean adoptar y adoptan. Se desatan los fantasmas.

“Biología no es ideología, evidencia no es creencia” , se lee en otra manta. “Estamos aquí para manifestarnos y que en una democracia como la que es México se imponga la biología y no ideología alguna”, dice el orador. Pero, ¿en qué estábamos, somos una democracia o se nos va a “imponer la biología?” La democracia es sin duda uno de los más deseables constructos culturales, qué maravilla que la humanidad haya logrado ese tan fantástico más allá de la biología. La insistencia con la biología es interesante: es el argumento desde el cual se pretende que el discurso no es religioso, sino “científico”.

Dejan de lado, por supuesto, que la manera de considerar e interpretar los hechos biológicos puede – sin duda- alguna, responder a una ideología: basta con recordar cómo el racismo, la esclavitud, el sometimiento de un pueblo o grupo humano por otro, se han sostenido y justificado a través de la historia con el discurso de la “superioridad” biológica de una raza confrontada a la “inferioridad” de las otras. Hasta el exterminio. El exterminio, por supuesto, no tiene nada que ver con la marcha, me limito a señalar los peligros de la biologización a utranza.

La “inferioridad de la raza negra”, o de “la raza judía”, han sido planteadas como datos duros de “la biología” con teorías elevadas al rango “científico”. También la opresión de las mujeres. Todo lo anterior para decir, que “La biología”, es más que “ideologizable”, y si con ella nos bastara a los seres humanos, no se entiende por qué la humanidad se habría quemado las pestañas para imaginar tantas ciencias, construir pirámides, crear obras de arte, escribir libros, inventar algo tan maravilloso como la imprenta. Las palabras mismas son una creación cultural que nos aleja de la biología. Como las religiones, como las leyes. Como los contratos sociales.

Reforma está llenísimo, los contingentes siguen llegando hasta El Ángel de la Independencia. La marcha es un éxito, sobre todo en un país en donde las personas tienden a no manifestarse en las calles. Un poco menos que un éxito, si recordamos que la mayoría de las/los mexicanas/os se declaran católicos. Es un hecho: hay tantas maneras de entender la religión, como personas religiosas. Un joven desde la banqueta muestra su pancarta: “Soy homosexual y católico, quisiera platicar”. La conversación fue grabada por Milenio TV y se encuentra completa en video.

La señora que acepta conversar con él le dice: “Eres un muchacho como todos, hijo de Dios, ser humano…” “Ustedes son personas como nosotros”. Luego le pone el ejemplo de alguien que allana su casa y roba para aclararle: “No estamos contra la persona, sino contra sus actos”. El llamado a la castidad en una comparación con actos que son delitos y como tal, penados por la ley. Todo esto en medio de mucho amor, mucha amabilidad. Una magnanimidad abracadabrante. ¿Lo pueden creer?

Hasta le concedió el estatus de “ser humano” y de “persona”. También la señora tuvo a bien explicarle las causas de la homosexualidad: “Esto se debe al ámbito familiar por muchos motivos o causas. Primero por maltrato, , falta de atención, segundo violación, tercero “internalización”, pero eso te lo tengo que explicar, ¿sí me comprendes si te digo?” Toda esa infinita sabiduría a mitad de la calle. Y sin que le temblaran las manos. La temeraria ¿ingenuidad? de una “buena consciencia”.

“Un padre y una madre son la garantía de vivir en un entorno de amor”. ¿De verdad? Desde el templete llaman a “dejar de lado la ‘ideología de género’” y abundan las pancartas que denuncian sus peligros. “Los que no respeten la identidad de los niños en la educación, los destruyen. Gobierno: no te metas con mis hijos”. Pero, ¿quién estaría dispuesto a permitir que no se respete la identidad de los niños? Eso sí que sería espeluznante. Parece que van a “ideologizar” a los niños y si una como madre se opone, te meten a la cárcel.

¿Qué es la ideología de género?

Las respuestas de participantes en la marcha en entrevista con Hernán Gómez, columnista de El Universal.

Así cuestionaron a integrantes de la marcha por la familia (Video)

Las respuestas de participantes en la marcha en entrevista con el corresponsal de El País.

Como en muchos otros espacios en defensa del “matrimonio natural”, en la marcha se habla del “lobby gay”. La expresión implica – entre otras cosas- otorgar a las reivindicaciones – de ciudadanos que luchan por sus derechos, sin daño alguno a terceros, tal y como la ley lo prevé – un aire “extranjerizante”, como si alguien desde afuera los sometiera a una especie de lavado de cerebro. Los homosexuales mexicanos no piensan solitos, los manipulan desde afuera. La explicación: “porque esos no son nuestros valores”. Es aquí donde lo impositivo de los tonos nos remiten a las verdades absolutas, ¿No son los valores de quién? La afirmación implica: “de nosotros los mexicanos”. Lo que es por supuesto una fantasía omnipotente y excluyente. Nadie puede hablar en nombre de cada una/o de los millones de mexicanas/os que somos, cohabitando por el bien de todos, en un Estado laico. Negociando la libertad de cada una/o, en un Estado laico.

“Lobby” significa en castellano: “grupo de cabildeo”, o “grupo de presión”. En las reuniones internacionales, en las sesiones de la ONU, por ejemplo, participan grupos feministas y de defensa de los derechos de la comunidad LGBTT, es un hecho. Como también es un hecho que participa el “Lobby católico”, es decir, los grupos de cabildeo y de presión religiosa, no sólo del Estado Vaticano, sino de los distintos países que son miembros.

El Estado Vaticano es no miembro observador permanente en las reuniones de Naciones Unidas, sin derecho a votar, y con derecho a participar en todas las discusiones. Y participa: abogados, religiosas, sacerdotes, “feministas” católicas. El Estado Vaticano hace política, (y es un Estado muy rico que puede participar con 40 delegados en un debate), y las organizaciones feministas y LGBTT también. “A dios rezando, y con el mazo dando”. ¿Es su derecho? Por supuesto, dado que la Organización de Naciones Unidas así lo entiende y lo acepta. Sólo que me parece indispensable mencionarlo, que las personas que escuchan esa especie de “satanización” del “lobby gay”, sepan que desde el Estado Vaticano, no sólo se ocupan de la fe, hay un poderosísimo “lobby” católico participando en todos los debates.

Así que en igualdad de circunstancias: ¿Será el “lobby católico” quien les organizó la marcha? ¿Será que el “lobby” católico manipuló a cada una de las personas que estuvieron presentes? ¿Acaso son víctimas de las fuerzas “extranjerizantes”? ¿O las personas marchan de un lado y del otro en la defensa de sus convicciones y haciendo uso de su libertad a marchar y a expresarse? La expresión: “ideología de género” surge –justamente- como la punta de lanza de las delegaciones católicas en los debates internacionales en torno a los derechos (primero) de las mujeres y es una respuesta contra la teoría de género que choca cada vez con la ideología católica. Es una expresión acuñada desde el Vaticano, parte de una batalla política con frentes nacionales e internacionales: de ambos lados.

Sólo que la teoría de género/ la perspectiva de género, no proclaman en ningún momento, ni por ningún lado ni lo que responden los entrevistados, ni lo que dicen las mantas y pancartas: “¿En qué te perjudican a ti las leyes de ideología de género? Desde el kínder empezarán a enseñar a tus hijos que podrán decidir ser hombre o mujer independiente de su sexo biológico”, o “La educación pública quiere confundir a niñas y niños para que escojan de qué sexo quieren ser”.

Le pregunto a una señora (muy amable, también), ¿por qué marcha contra el matrimonio civil para todos? En ningún momento menciono la palabra “discriminación”.

– “No discriminamos, no nos importa con quién se acuesten, pero, ¿por qué tienen que hacerlo público?” me explica.
– “Pero, ¿usted al casarse también hizo público con quien ‘se acuesta’? , disculpe la tan reductora expresión, sólo retomo sus palabras ¿Se trata de ‘acostarse’?
– “No lo hice público, el matrimonio es un sacramento, no un acto público”.
– “Usted habla del matrimonio religioso (que también tiene una dimensión “pública”), pero la iniciativa de ley se refiere al matrimonio civil”.
– “Ya le dije: que se acuesten con quien quieran, pero que no lo hagan público”.
– “¿Usted está casada por lo civil?”
– “Sí, formamos una familia”.
– “¿Por qué le fue necesario firmar un contrato social si ya estaba casada por la iglesia?”
Su esposo interviene:
– “¿Usted cree en Dios?”
– “¿Cuál sería la relación entre si creo o no en dios y el matrimonio civil que es un contrato social en el que interviene el Estado?”
– “Porque el matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer, es lo natural y eso lo sabemos quienes conocemos a Dios”.

El orador desde el templete: “En una sociedad democrática no se debe imponer un pensamiento único, nadie debe escandalizarse de que haya diferentes visiones que enriquecen la pluralidad y la convivencia”, hasta allí no puedo sino coincidir con él, estoy a punto de aplaudirle, sólo que el discurso copiado a los defensores del Estado laico y el derecho a la diversidad, me deja tantito atónita en el contexto. ¿Será el orador un infiltrado del “lobby gay”? Luego sigue el “defendamos a la familia”. Así, en singular. No es un infiltrado.

¿Me pregunto cómo podría – de nuevo en el contexto- sostener lo que afirma? ¿Quiénes sino ellos reivindican “el pensamiento único”? ¿Quiénes sino ellos “se escandalizan de las diferentes visiones”? ¿Quién sino ellos consideran que la pluralidad no enriquece sino conduce a la debacle moral, porque el amor sexual y el deseo de formar una familia no es posible (ni legítimo), sino entre heterosexuales y todo lo demás es “acostarse”?

El trasfondo de “nos hostigan”, “nos atacan”, “niegan nuestros derechos y nos amenazan”, es una constante en los discursos de la marcha. Pero por más que una observa, pregunta, escucha, no queda muy claro (más allá de los imaginarios y los fantasmas y las verdades absolutas): ¿en qué exactamente consiste la amenaza? Nadie se entromete con la libertad – de cada una/o de los allí presentes – de considerar la Biblia como su libro sagrado, nadie se entromete con que sigan al pie de la letra (o no tanto) los preceptos de su religión. El debate se centra en un punto muy claro: no es lo mismo la Biblia, que las leyes… México es (y seguirá siendo) un Estado laico.

@Marteresapriego

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