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domingo, diciembre 22, 2024

Un país al cual volver

POR: Dra. Leticia Calderón Chelius

CIUDAD DE MÉXICO 20 de noviembre de 2016 (La Silla Rota).- Uno de los impactos más directos de la reciente elección a favor de Donald Trump en Estados Unidos es que sus propuestas de campaña sobre deportar población migrante que radica en ese país se perfilan como una realidad inevitable. En México el tema logró activar a la Secretaría de Relaciones Exteriores con la publicación de medidas concretas para enfrentar posibles deportaciones masivas y aminorar el temor fundado que las comunidades están viviendo, no sólo por la amenaza de la deportación sino por el ambiente hostil en términos de racismo y xenofobia que se ha manifestado en muchos actos violentos de todo tipo. Desde pequeñas represalias a quienes hablan español en lugares públicos hasta violencia explicita contra minorías raciales. Todo esto en un ambiente de protestas públicas contra el resultado electoral que no cesan.

Las medidas anunciadas por la cancillería son como medicina paliativa contra el cáncer. Ayudan, alivian, consuelan tal vez, pero no pueden curar. Se trata de medidas que en realidad deberían ser la norma y no la excepción, como la que anuncia poner a disposición de la comunidad mexicana que radica en Estados Unidos información sobre lo que ocurre, agilizar trámites de obtención de actas de nacimiento y ampliar el servicio a través de mecanismos como Consulados móviles que en realidad funcionan hace años. Ninguna palabra sobre multiplicar recursos para contratar apoyo legal que es la base de toda defensa ante la deportación y por el contrario, se sugiere a la comunidad mexicana “evitar toda situación de conflicto y a no incurrir en acciones que puedan derivar en sanciones administrativas o penales”. Lo que es lo mismo que pedirle al esposo agresivo que evite la violencia intrafamiliar, que manejen borrachos o que salgan a manifestarse. Pórtense bien como quien dice.

La realidad es que sorprende que la cancillería y el gobierno mismo no tengan un plan detallado, agresivo y de varios niveles y etapas dado que el tema del retorno forzado se ha dado de manera permanente y en grandes números desde hace varios años. La sociedad civil y la académica han aportado muchos elementos para que este proceso se pudiera enfrentar de una manera más contundente y respetando la dignidad de la como la población que finalmente es víctima de un proceso que los rebasa. Ellos no eligen volver, los regresan.

En México sabemos mucho del tema del retorno. Desde el ámbito académico hay aportes que deben considerarse porque para eso fueron hechos, tales como tener mapeadas los problemas centrales asociados a este proceso y sus posibles soluciones. Desde la sociedad civil durante años no sólo se peleó insistentemente por hacer visible esta problemática sino que dado su trabajo cotidiano algunas organizaciones como IMUMI (Instituto de las mujeres en la Migración) incluso proponen que cada familia tenga lo que ellas llaman un kit de primeros auxilios para el retorno forzado. Para poner un par de ejemplos sabemos ya que hay temas como el de la identidad que ha generado un problema muy grave para quien retorna al país, por tanto, se debería anunciar de inmediato la aceptación oficial de la Matricula Consular que casi 10 millones de mexicanos en Estados Unidos tienen pero que al día de hoy no se reconoce como documento oficial aunque esto se ha demandado durante años.

La credencial para votar con fotografía en México no es sólo un medio para sufragar –desafortunadamente- sino que, como todos sabemos, en realidad es la credencial más aceptada para prácticamente cualquier trámite. Sin credencial del I.N.E los mexicanos retornados prácticamente se vuelven indocumentados en su propia patria. De esto sobran los estudios e informe. Si ya lo sabemos porque no se aprovecha el momento para que los miles de mexicanos que tal vez se acerquen a los consulados, tramiten su inscripción al registro electoral, que es una forma de identidad oficial que además servirá para que se incorporen a la vida pública como ciudadanos que son de este país, a menos que no se considere que son portadores de derechos políticos plenos y les tocará opinar, como tanto se les pidió desde México, votando.

El verdadero drama del retorno forzado, sean miles, millones o al que le toca en lo individual es que es una experiencia traumática que destruye la ruta personal de vida que cada uno se ha trazado. Haber decidido emigrar ya fue una decisión difícil, volver en estas condiciones lo es aún más. Sin embargo, más allá de la coyuntura donde las amenazas directas a la población mexicana en Estados Unidos son ya una realidad que nadie puede ni debe negar, lo cierto es que la peor parte es que el país del que se fueron está peor que cuando decidieron buscar un mejor futuro para ellos y sus hijos migrando a Estados Unidos. ¿Como les explicamos que en este momento tenemos varios gobernadores fugitivos de la ley que se llevaron por botín el presupuestos estatal, lo cuales gozan de mecanismos de justicia hechos para protegerlos y eventualmente, pasado un tiempo, permitirles gozar de sus riquezas? ¿Cómo hacerles entender que los presidentes de los partidos políticos posean una riqueza inexplicable y al mismo vitoreando moralidad? ¿Cómo les explicamos el número de muertos, desaparecidos, de impunidad y corrupción?

Es probable que este escenario catastrófico que vive México es lo que impide que se den discursos contundentes ya sea del presidente o la canciller, con que cara dirían por ahí. Dado el escenario que se avecina como reconfortaría al espíritu nacional escuchar un mensaje que transmita orgullo y dignidad y que en el caso de los que sientan miedo o nostalgia se les recuerde que “tienen un país al cual volver”.

@letichelius
@institutomora
@migrantologos
@OpinionLSR

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