ACAPULCO.- Agazapados en la camioneta que los traslada a la Ciudad de México, un grupo de ingenieros mineros trata de reconocer el Malecón de Acapulco. Es la madrugada del viernes 27 de octubre, van 36 horas de que el huracán Otis impactó con categoría 5 y sobre la avenida reinan las tinieblas y las ruinas de lo que fue el paradisiaco puerto.
“El fenómeno nos tomó totalmente desprevenidos, no hubo una alerta a tiempo de parte de las autoridades, ni de los organizadores del evento, tampoco de la administración de los hoteles donde nos hospedábamos”, señala Tomás Buttazzoni, originario de Chile.
A baja velocidad, la camioneta recorre la avenida que los sacará de Acapulco y ellos, los ingenieros mineros hablan poco, están agotados y tienen miedo.
Desde las ventanas de la camioneta observan una ciudad de luto y despeinada.
Hay soldados tratando de limpiar los caminos, pero no hacen caso a la rapiña; es de madugrada y el robo no ha cesado, descaradamente los saqueadores van y vienen con artículos de todo tipo y tamaño, escarban entre los escombros para llevarse lo que aún queda en los comercios.
La desolación está por doquier. Los vientos de 270 kilómetros por hora, con los que impactó Otis, estallaron vidrios y estructuras de viviendas, comercios y hoteles. No perdonaron árboles, postes de luz ni los anuncios espectaculares, instalados en los más de 12 kilómetros de la Costera Miguel Alemán, todo lo arrancaron y lo tumbaron sobre el piso.
Cuando las lluvias bajaron de intensidad, entró la rapiña, hombres y mujeres saquearon primero las tiendas de conveniencia, iban sobre los alimentos, luego se siguieron con los grandes almacenes y destruyeron lo poco que quedaba de ellos, platican a La Silla Rota, los ingenieros, originarios de Chile.
Nos alertaron hasta que teníamos el huracán encima
El ingeniero, Tomás Buttazzoni refiere que cerca de 500 empresarios, académicos estudiantes y periodistas viajaron, como cada año, al puerto de Acapulco, para asistir a la XXXV Convención Internacional de Minería, que se realizaría del 23 al 27 de octubre con representantes de 360 empresas de todo el mundo.
El miércoles 25, las actividades comenzaron a las 9:00 y terminaron con una rifa a las 17:00 horas, como estaba previsto. Durante el día, los organizadores del evento advirtieron que entraría una tormenta, sin dar mayores recomendaciones. Tomás se resguardó en su habitación del segundo piso en el hotel Emporio cuando comenzó a llover, antes de las 21:00 horas.
Desde la ventana del cuarto de hotel grabó en video el aguacero, también documentó como la gente seguía sus actividades normalmente, iban y venían.
Rápidamente la lluvia y los vientos comenzaron a arreciar, sintió un poco de temor al escuchar el rugido del mar y al viento estrellándose contra su ventana, pero nada grave. Después el agua se filtró a la habitación y decidió colocar una mesa contra la puerta de entrada y dormir en el baño.
Era casi la medianoche, cuando trabajadores del hotel le avisaron que tenían que bajar al sótano (donde están los comedores de los empleados) para resguardarse, porque estaba entrando un huracán de categoría 5 y no era seguro que permanecieran en la habitación.
Entonces ya se comenzaba a escuchar el sonido de los vidrios estrellarse contra el piso y la energía eléctrica era intermitente. Comenzaba el terror.
En el sótano decenas de personas pasaron la noche, aterradas y a oscuras. Escuchaban el sonido de los vientos y de la lluvia mezclado con el impacto de vidrios y estructuras metálicas que se estrellaban en el piso.
Ahí permanecieron unas seis horas, cuando la furia de Otis bajó y se convirtió en huracán de categoría 1 en la escala de Saffir-Simpson, Buttazzoni pudo regresar a su habitación; la encontró semidestruida. No había luz, ni agua, ni señal y le urgía comunicarse con su familia.
Mientras esperaba recorrió el hotel y documentó la destrucción en sus habitaciones, en algunas, todas las ventanas fueron arrancadas y los muebles quedaron inservibles.
Fue hasta después del medio día del jueves, que pudo contactar a Gabriel, residente de la Ciudad de México, para pedirle que fuera a Acapulco, para que junto a otros cuatro ingenieros, también chilenos, los llevara al aeropuerto y abandonar el país.
Tomás agradece a la administración del Emporio que no los abandonó y les acercó agua y alimentos, lo que no hicieron en el hotel Fiesta Americana, “no les dieron ni agua”.
Pero lamenta que no les hayan avisado con tiempo del peligro, el miércoles dieron que habría una “tormenta grado 1”, durante la tarde anunciaron que estaba aumentando de intensidad, pero fue hasta que ya estaba entrando el huracán cuando alertaron de la intensidad.
Advertencia que ignoraron autoridades
La alerta y avisos de que el huracán Otis tocaría Acapulco por lo menos con una categoría 4 fueron hechos desde la mañana del miércoles de manera pública por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que lo describió como “extremadamente peligroso”, con marejadas “potencialmente catastróficas” e inundaciones costeras “potencialmente mortales”.
A las 15:horas, alertaba que ya era categoría 3 y seguía tomando fuerza.
El presidente Andrés Manuel López Obrador niega que no se haya informado con tiempo suficiente sobre la fuerza del huracán Otis, y atribuye las afectaciones a la imprevisibilidad del fenómeno.
“Todo el tiempo se estuvo informando pero no se imaginaban que iba a ser mucho más fuerte de lo que se pensaba”declaró este viernes durante su conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional.