POR: JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO
12 DE OCTUBRE DEL 2016 (WdC).- En México hay aproximadamente 25 millones de jóvenes de 18 a 29 años de edad, que se supone que votarán en 2018. Acaso algunos milloncitos más si consideramos los meses que faltan para que se lleven a cabo esos comicios en la República Mexicana.
Tan sólo para 2018 habrá de elegirse Presidente de la República para un periodo de seis años que comenzaría su gobierno el 1 de diciembre de 2018. También a 128 Senadores, tres por cada estado de la República (dos correspondientes a la mayoría relativa y uno otorgado a la primera minoría), electos de manera directa y 32 por una lista nacional…
500 diputados federales: 300 elegidos por mayoría simple en cada uno de los distritos electorales en los que se divide el país. Los 200 restantes son elegidos por el principio de representación proporcional al ser votados en listas en cada una de las cinco circunscripciones electorales.
De acuerdo con la edad de los electores, la mayoría de los votantes para los próximos años son la generación de ‘los millennials’ o la generación X y Y’ según la revista Forbes.
Todos ellos son un espectro electoral que o está decidido a la abstención, a la anulación del voto, a la elección de algún candidato independiente o de plano al repudio por la política.
Este fenómeno no ocurre sólo en México; es un hecho que pasa en todo el mundo en el que se llevan a cabo elecciones por la vía del sistema de partidos.
Y pasa que al conocer el fenómeno de la desconfianza y el desaliento de los jóvenes por la política y los políticos y el fracaso de los partidos políticos, en distintos países la estrategia ha sido la de llamar la atención de esos muchachos inconformes pero que al mismo tiempo habrán de tomar en sus manos el futuro de sus países, que es decir, su propio futuro.
¿Cómo conformarán ese futuro político y democrático los jóvenes que hoy mismo repudian el procedimiento tradicional democrático a través de la representación de doctrinas, ideología y proyecto de país en cada uno de los partidos? Es una duda que preocupa a muchos politólogos y estadistas y que al parecer aún está sin respuesta.
Sin embargo, en esos países en los que la baja participación política y electoral de los jóvenes, o su repudio, es evidente, comienzan a hacer campañas los partidos políticos, sus políticos y estrategas, para atraer a estos jóvenes mediante el uso de su propio lenguaje, a través de redes sociales, a través de mensajes directos y sin escamas, propios para que los jóvenes se entiendan ahí y den respuestas favorables a la democracia…
No ocurre en México. Difícilmente los políticos que están en su pugna por el poder y el gobierno intentan atraer a los muchachos electores de México, y eso que son casi la tercera parte de quienes deberían acudir a las urnas en julio de 2017, pero sobre todo en 2018.
A los muchachos, los políticos mexicanos los ven a distancia; como si no importaran en su discurso, no sólo de parte de quienes ya están en la palestra, no sólo de quienes ya gobiernan y tienen responsabilidades públicas que incluye a niños y jóvenes; no sólo de partidos políticos y de sus candidatos, ya para presidente o gobernador o municipales o legislativos…
Los muchachos, diría Neruda: “están como ausentes”. Acaso el jefe de gobierno de CdMx, Miguel Ángel Mancera, intenta aproximarse a ellos ganando su voluntad a través de conciertos masivos de rock a los que los muchachos acuden para disfrutar de sus grupos preferidos, o bien para desahogar su desprecio público por lo que pasa y lo que ocurre en México…
Como ocurrió hace apenas unos días durante el concierto de Roger Waters, de Pink Floyd, quien en el Zócalo capitalino uso el micrófono para deleitar a la multitud, pero también para mandar mensajes a Donald Trump en nombre de México y también para advertir a Enrique Peña Nieto que los muchachos no están conformes con su política…
Por supuesto los conciertos de estrellas del rock que se presentan en el Zócalo de CdMx, son aparentemente gratuitos; el no pagar boleto acceso no significa que el gobierno de la capital del país no erogue cantidades enormes para pagar estas presentaciones con recursos públicos, con lo que al final no son tan gratuitos como presume el aspirante a ser presidente de México.
En todo caso no hay en México una estrategia seria, oportuna, rigurosa, de contenido y con mensajes que convenzan a esa multitud de muchachos que también votan y que también tienen un peso muy, pero muy específico en la no consolidada democracia mexicana.
Son muchachos con una muy amplia gama de ideas de país, de su propia vida futura, de ideologías diversas y de aspiraciones para ellos y para sus hijos:
No hay mensajes para ellos, no hay políticas para ellos y no hay propuestas electorales para ellos: si, el mensaje del fracaso y la falta de gobernabilidad, crimen organizado, violencia, inseguridad, desempleo, salarios paupérrimos y ninguna intención por ponerles en las manos las herramientas para la construcción de un nuevo país.
Así que en esas estamos. Una política y políticos viejos para electores mayores que ya saben de fracasos y de engaños de políticos y sus partidos. La abstención, la anulación y el repudio es el dibujo preliminar de lo que habrá en las elecciones de 2017 y 2018 en México.
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